Papá

Papá, siempre listo

El final del embarazo suele hacerse un tanto largo. Sin embargo, es una ocasión estupenda para afinar los últimos detalles y descansar.

Conversar con tu pareja sobre las condiciones del alumbramiento y comprar juntos el ajuar del bebé, es básico en la relación con el nuevo bebé. Al papá le corresponde brindar apoyo en el momento de las contracciones y estar presente -si es posible- en la sala de partos.

Utiliza tu intuición masculina para que seas capaz de juzgar la actitud y el ánimo de la madre. Sostenla y ayúdale para que se recueste en ti cuando se sienta angustiada por el dolor abdominal. Háblale dulcemente mientras la acaricias con lentitud y tranquilidad. Fíjate si hay signos de tensión en el cuello, los hombros o la frente y masajea suavemente esas zonas.

Siempre sé positivo, elógiala y evita las criticas. Coméntale los logros que ha tenido hasta ahora, muchas veces las mujeres se sienten abrumadas porque piensan en todo lo que falta. Si el trabajo de parto es largo y agotador, trata de que ella se relaje entre las contracciones para que pueda conservar las energías. Si no experimenta náuseas, procura que se alimente todo lo que desee. No permitas se sienta incómoda al expresar su malestar. Aliéntala para que se muestre lo más desinhibida posible.

Colabora con las respiraciones, probablemente, en las clases prenatales ambos practicaron un método. Cada madre tiene su propio ritmo y es conveniente adaptarse a sus necesidades aunque no repetir exactamente la rutina que aprendiste en las clases. Trata de no molestarte si ella se torna agresiva o malhumorada, esto suele suceder cuando el dolor es muy intenso.
Un acompañante siempre será de utilidad no sólo como soporte emocional sino también al tomar decisiones importantes y hablar con los profesionales de la salud. Pedirle al médico los calmantes puede ser una iniciativa materna pero es recomendable realizar un práctica de respiración durante 15 minutos antes de que se los suministren.