Miopía Infantil

Una correcta visión es uno de los factores más importantes para lograr un rendimiento escolar satisfactorio. Por eso, desde la más tierna edad los niños deben someterse a exámenes oftalmológicos.

Entre los vicios de refracción, la miopía es una de las causas más comunes del fracaso escolar. Dicha anomalía se debe a que el diámetro anteroposterior del ojo es más largo de lo habitual. En consecuencia, el foco se forma delante de la retina entre ésta y el cristalino.

Las imágenes que perciben los «cortos de vista» son borrosas y el ojo no tiene la posibilidad de corregirlas mediante el proceso de acomodación.

Para ver bien, a los miopes no les queda otro recurso que acercar a los ojos el objeto que desean ver. Estos niños tienen fama de tímidos, retraídos, poco sociables y nada afectos a los deportes. Esta opinión ha sido confirmada por numerosos especialistas.

Dos Tipos de Miopía

Los oftalmólogos clasifican la miopía en dos tipos: la hereditaria y la escolar. Mientras la primera se transmite de padres a hijos y aparece con el nacimiento, la segunda debe su nombre a que empieza en la edad escolar. No es raro que familias enteras de miopes desfilen por la consulta del oftalmólogo para controlar su problema.

En cuanto a la miopía escolar, que se obliga a los niños a llevar gafas, usualmente se la atribuye al exceso de lectura y estudio. Sin embargo, esta teoría está muy lejos de la realidad, ya que se debe a que el globo ocular crece demasiado en sentido anteroposterior, fenómeno que se agudiza con el paso del tiempo.

Hasta cierta edad la vista de estos niños es totalmente normal.Posteriormente, de forma inesperada, empiezan a quejarse de que ven borrosas las cosas que están lejos. Una vez establecida la miopía avanza por saltos y suele aumentar alrededor de una dioptría por año.

Por eso, cada visita que el niño realiza al oftalmólogo, durante los primeros tres o cuatro, años es motivo de disgusto. Por fortuna, pasado este tiempo, el proceso suele estabilizarse.

Es un hecho reconocido por todos los oftalmólogos que la miopía tiende a aumentar entre la población urbana. Por otra parte, todavía no se conocen las causas del crecimiento anómalo del diámetro anteroposterior del ojo.

Un Descubrimiento Sorprendente

No es raro que el diagnóstico de miopía sea un motivo de sorpresa, tanto para los padres como para los educadores, quienes no logran explicarse cómo se las arreglaba el niño para ver. Otras veces, conduce al diagnóstico el hecho de que el niño acerca sus ojos excesivamente al cuaderno o el libro o se sienta a escasos metros del televisor.

Por otra parte, este defecto puede producir dolores de cabeza vespertinos y una sensación de cansancio general. Los niños mayorcitos suelen quejarse de que ven borroso.

Controles Periódicos

Cuando en una familia la miopía presenta una marcada tendencia hereditaria, conviene que los niños se sometan a revisiones periódicas. La primera debe tener lugar cuando el niño tenga edad para ello. Hacia los tres años de edad la agudeza visual se puede verificar por medio de la ayuda de cartillas en las que figuran letras «E» de diversos tamaños, orientadas en distintas direcciones. Para determinar la agudeza visual se le muestra al niño la cartilla de cerca y se le enseña a señalar la posición de las letras con sus dedos.

Una vez cumplido este paso, se la coloca a una distancia de seis metros y se le pide que indique la posición de las patitas de cada una de las letras. Es aconsejable que el niño se familiarice con el método antes de visitar al oftalmólogo. Para lograrlo, se lo debe invitar a jugar con la letra «E».

El examen oftalmológico de los niños muy pequeños se hace mediante figuras de animales que conozca y le resulten familiares. No obstante este método es menos exacto que el anterior.

Otra forma más ruda de determinar si un niño menor de tres años es miope consiste en medir su respuesta ante la visión de un llavero u otro objeto pequeño que le resulte conocido.

Los especialistas opinan que las operaciones destinadas a corregir la miopía no están indicadas mientras el niño no haya terminado su crecimiento y se haya estabilizado la enfermedad, cosa que suele suceder alrededor de los 18 años. Mientras tanto debe utilizar gafas o lentillas.

Para los más pequeños existen gafas irrompibles que se sujetan detrás de la cabeza con un trozo de goma.