Enséñale disciplina a tu bebé

El propósito de la disciplina en los niños es inculcarles el valor de las destrezas, para que las imiten y sobretodo, desalentar las conductas inapropiadas.

Dejarlos castigados por un rato no es la primera opción, pero es un recurso para mantener a raya los comportamientos que perjudican a otros o cuando corren peligro de lastimarse a sí mismos. Este método no debe ser usado frecuentemente.

Castigarlos por un rato, le da al niño la posibilidad de calmarse después de una situación frustrante. Su uso frecuente e inapropiado le resta efectividad y podría ser nocivo para el niño.

Antes de castigar al pequeño travieso, asegúrate de lo siguiente:

-Los adultos evitan usar los castigos con los bebés.

-A los más chiquillos no se les debe aislar, porque no es bueno ignorarlos o dejarlos sin la peculiar estimulación. Los infantes que no entiendan porque sus conductas son inadmisibles deben ser orientados con gentileza a conductas o actividades más aceptables.

-Intenta que tus expectativas sobre el comportamiento infantil sean realistas. Un conocimiento general del desarrollo infantil te ayudará a identificar cuándo el pequeño está meramente experimentado con sus límites y cuando se está comportando inapropiadamente.

-Cuando los adultos le dan a los niños objetivos reales, los chiquillos se sienten bien con ellos mismos y más seguros para hacer frente a situaciones exitosas y estresantes.

-Cada comportamiento infantil conlleva consecuencias. Cuando las criaturas experimentan una repercusión inmediata al hacer daño a otros, ellos entienden más claramente porque los padres tienen que disciplinarlos.

-Siempre que sea posible, los adultos pueden ofrecer alternativas positivas a sus acciones. Por ejemplo, es más productivo preguntarle al niño si desea ayudar en la reconstrucción de una torre de bloques que ha tumbado, que remover los escombros de toda el área.

-Los castigos no deben ser humillantes, porque el infante puede sentirse amenazado o temeroso. No es conveniente sentarlo en un silla especial o en un lugar asignado para los castigos. Esto refuerza la idea de que la amonestación es un venganza y podría causar una ansiedad desmedida. Los adultos no deben hacer sentir ridículo al menor o incomunicarlo después de la amonestación.

-A los niños no se les debe dejar solos, a menos que ellos así lo deseen. Los nenes requieren del soporte de un adulto para trabajar y entender mejor sus sentimientos. Si los padres le demuestran al chico que sus emociones son importantes entonces es muy probable que él respetará los sentimientos ajenos. Un cuidador siempre observará al pequeño durante el periodo de castigo.

-Es muy positivo que después de que el niño se calme, los padres o maestros le expliquen claramente porque algunas conductas son admisibles y otras no. La no ambigüedad del mensaje y las razones de la disciplina son claves en este proceso de aprendizaje, de otra manera, el chiquillo puede repetir la conducta indeseable nuevamente.

-Los menores de edad se sienten seguros y protegidos cuando las personas que los cuidan saben cómo hacerlo. Recuerda que los pequeños imitan las conductas de los adultos. Si le gritas, lo golpeas o lo avergüenzas por su mal comportamiento, tu hijo no aprenderá un control efectivo de sí mismo.

-Los niños desarrollan sus habilidades de control ellos solos en períodos diferentes. Toma en consideración las necesidades particulares implicadas. No existen técnicas para trabajar con todos los niños, todo el tiempo.

-Amonestar al pequeño no es un castigo, es simplemente una oportunidad para que el infante aclare su mente y vuelva a reunirse con sus compañeros de clase o sus hermanos en actividades más productivas.

-De enseñar al niño cómo resolver sus propios problemas con amor y apoyo, los castigos y las amonestaciones, no serían por mucho tiempo, necesarias.