Amamantar

Hay mujeres que se lamentan de no haber podido criar a sus hijos: algunas dicen que la vida moderna es un tanto agitada y que las madres están demasiada nerviosas para poder criar.

Evidentemente, la nerviosidad no favorece la lactancia materna, pero no es esta la única razón. La lactancia materna fracasa a menudo, porque se ha empezado mal, siendo las principales condiciones de éxito estas tres:

PRIMERA

No recurra nunca al biberón mientras se pueda prescindir de él. El llanto del niño en los primeros días no le perjudica: al contrario, le es muy útil para el desarrollo de los pulmones. No debe, pues, calmarle con el biberón.

SEGUNDA

No desanimarse con demasiada prontitud, pues el niño, aunque llore, resiste mucho, y más debe resistir la madre.

TERCERA

Estimule suficientemente el pecho cuando la leche empiece a fluir.Si ofrece el biberón a su hijo durante los tres o cuatro primeros días, usted merma las posibilidades de poderlo criar al pecho, pues el niño, satisfecho con sus biberones, no hará ningún esfuerzo para mamar.

Pero no debe temer el darle agua para evitar la deshidratación, ya que esta no le quitará el apetito. En cuanto empiece a tener suficiente leche, su hijo quede satisfecho después de mamar y ya no pierda peso, no le de jamás ningún biberón.

Algunas mamás se desaniman precisamente cuando la leche aparece, o un día o dos más tarde, porque aún no tienen bastante. Son momentos no muy adecuados para renunciar, pues aún no se han agotado ni la mitad de las posibilidades de éxito. Si al quinto día ya se obtienen unos 30 gr. de leche conviene ,proseguir en el empeño.

Las tetadas nocturnas, que se dan normalmente a las diez de la noche y a las dos de la madrugada son tan importantes como las diurnas para estimular el pecho en los primeros días de la Lactancia Materna.

Si usted no tiene bastante leche para satisfacer a su hijo durante tres o cuatro veces seguidas, conviene vaciar los pechos más a menudo, dando los dos en cada tetada, siempre y cuando no le duelan los pezones.

Aunque debe preferirse la lactancia materna, tampoco se puede esperar indefinidamente la subida de la leche. Por otra parte, si el niño muestra muchísimo apetito, sigue perdiendo peso, o presenta fiebre causada por la deshidratación, será necesario darle el biberón.

Tampoco sería favorable seguir amamantándole hasta el agrietamiento total de los pezones o hasta la extenuación de la madre, pues la lactancia natural puede agotar cuando la frecuencia de las tetadas es tal que impide efectuar el debido descanso.